Los primeros brotes nacen para vestir las desnudas ramas. Un carbonero común aporta su canto como vigía de la primavera. |
Basta un receso en las lluvías y algo de calor para que las crucíferas (jaramagos o jamargos) conquisten cualquier territorio. Su presencia es efímera, en pocos días se convertirán en forraje. |
Mariposas y abejorros recorren la falda de la Sierra de Aras adornada por las primeras flores. |
Las cigüeñas negras regresan para nidificar en sus remotos aposentos. |
Las aulagas tiñen con su alegre amarillo los pedregales calizos de la Sierra de Alhucema. |
Los matagallos preparan su terciopelo a la espera de coronarse de rosa púrpura. |
Esta cigüeña negra volaba a gran altura por los alrededores de Málaga capital. Parecía buscar una térmica hacia el valle del Guadalhorce o la Sierra de Mijas (paso habitual de migraciones), pero una y otra vez un fuerte viento del norte la devolvía a la costa.
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