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domingo, 4 de diciembre de 2016

NOSTALGIA DE LAS ESTACIONES
Repasando los cuadernos de campo asalta una relativa e inexistente nostalgia. Cada estación nos envuelve con sus visibles e invisibles encantos. Creemos que nos visitan pero somos nosotros los que estamos de paso, un almanaque inverso de gotas, calores, viajes y reproducción.
No todas las estrellas están en el cielo.

Todo depende del agua.

El Otoño aclara los verdes.

Noviembre empareja a los patos colorados.

Cambios constantes en el ciclo de la vida.

Resistencia, de los escasos fríos a la cercanía del Sol.

Cuando baja el nivel aparece el fango, la agachadiza común viaja en su busqueda.

Las montañas tienen un pacto con las nubes.

La paciencia de los árboles.

La querencia de las aves.

Los contrastes por la duración de la luz.

Las mellizas lucen su belleza.

El Invierno nos refleja al porrón moñudo.

Y el Verano intensifica el amarillo de los verdecillos.

Es solamente un giro.
  

viernes, 25 de diciembre de 2015

LAGUNA AMARGA - Lucena (Córdoba)

Hundida entre los olivos y el matorral mediterráneo emerge este edén de aguas mineralizadas, cuya lámina se dibuja en colores cambiantes por la tardanza del sol en cubrir y la rapidez en marcharse. Sus niveles acuíferos, sus habitantes y sus misterios son profundos. Su paso fue descanso en el camino de bandoleros románticos y siempre el de aves errantes. Un oasis con olor a romero y taraje.

Llama la atención la densidad del matorral mediterráneo que la circunda por uno de sus límites, hecho diferencial con otras lagunas cercanas.


Humedal permanente y esplendoroso entre las cuencas de los ríos Genil y Anzur. Vecino de la Laguna Dulce.

La belleza acosada. A principios de los 80 era frecuente ver patos y fochas, incluso malvasías flotando en cacerías absurdas. Cebos envenenados, canteras, tinas de fumigación ... 



La lámina se retira y expande acorde con las lluvias y el nivel del acuífero. Los tarajes viven con esa condición.



Los ratoneros incluyen sus cielos en sus búsquedas de posaderos.



En algunas ocasiones, los flamencos en divagación hacen una parada cerca de las orillas.

Su inquilino más numeroso, la focha común.



Hace tiempo el montículo sur que la rodea era un inmensa mancha de romero que Noviembre teñía de morado entre verde.


"Desde niño te conozco, no puedo ser objetivo".

miércoles, 22 de julio de 2015

CAMPOS DE LUCENA - RETAZOS AGRESTES I

Infinitas ondulaciones de olivar, extinguidos viñedos y alguna sementera. La Sierra de Aras como vigía central de los campos de Lucena. Al oeste los santuarios del agua, las lagunas y los encharcamientos. Un paisaje dominado que se rebela al ser atravesado por el Anzur y limitado por el Genil.
Laguna Amarga, profunda y majestuosa, testigo de supervivencia.

Laguna del Taraje, pequeña y escondida, exhausta sin lluvias.

Laguna Dulce, una inmensa tabla de agua siempre acosada.

Río Genil, trazando los escarpados límites con los campos de Málaga y Sevilla.

Río Anzur, el corredor natural entre la explotación agrícola.

Laderas de Morana, verticales descensos hacia el Arroyo del Infierno.

El Cerro de Acebuchoso y sus colindantes. Reflejos de un bosque mediterraneo.

Laguna Amarga, cinturón de tarajes.

Río Anzur a su paso por Los Piedros, cerros de yeso y planicies de arena.

Río Anzur, oculto entre sombras, cobijando a sus aves.

Las encinas aisladas parecen pedir perdón por sobrevivir a nuestra ambición. Apenas quedan en estos pagos encinares de gran porte.

Cerros de Mortero-Sierrezuela, una minúscula montaña, cercana para nuestros juegos infantiles acompañados de los olores a especias.

La nieve es visitante efímera, rara vez se queda a dormir.

Laguna Dulce, ocre y triste durante un largo estío. 

Charcas de El Canónigo y Las Barqueras, la irresistible atracción de lo acuoso.

Sierra de Aras, atalaya dominante, albergue de historias.

Campos de Lucena, al oeste zonas húmedas, al este imponentes sierras calizas.