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miércoles, 22 de julio de 2015

CAMPOS DE LUCENA - RETAZOS AGRESTES I

Infinitas ondulaciones de olivar, extinguidos viñedos y alguna sementera. La Sierra de Aras como vigía central de los campos de Lucena. Al oeste los santuarios del agua, las lagunas y los encharcamientos. Un paisaje dominado que se rebela al ser atravesado por el Anzur y limitado por el Genil.
Laguna Amarga, profunda y majestuosa, testigo de supervivencia.

Laguna del Taraje, pequeña y escondida, exhausta sin lluvias.

Laguna Dulce, una inmensa tabla de agua siempre acosada.

Río Genil, trazando los escarpados límites con los campos de Málaga y Sevilla.

Río Anzur, el corredor natural entre la explotación agrícola.

Laderas de Morana, verticales descensos hacia el Arroyo del Infierno.

El Cerro de Acebuchoso y sus colindantes. Reflejos de un bosque mediterraneo.

Laguna Amarga, cinturón de tarajes.

Río Anzur a su paso por Los Piedros, cerros de yeso y planicies de arena.

Río Anzur, oculto entre sombras, cobijando a sus aves.

Las encinas aisladas parecen pedir perdón por sobrevivir a nuestra ambición. Apenas quedan en estos pagos encinares de gran porte.

Cerros de Mortero-Sierrezuela, una minúscula montaña, cercana para nuestros juegos infantiles acompañados de los olores a especias.

La nieve es visitante efímera, rara vez se queda a dormir.

Laguna Dulce, ocre y triste durante un largo estío. 

Charcas de El Canónigo y Las Barqueras, la irresistible atracción de lo acuoso.

Sierra de Aras, atalaya dominante, albergue de historias.

Campos de Lucena, al oeste zonas húmedas, al este imponentes sierras calizas.