miércoles, 17 de diciembre de 2014

DICIEMBRE

Las grullas despliegan su elegancia desde los bordes de la laguna de Fuente de Piedra. Sus vuelos en grupo y sus concentraciones en los cultivos representan la danza de los eternos viajes.

Los candilillos emergen a los pies de los olivos y acebuches, como misteriosos observadores del relente.

En diciembre el sol de desploma en súbitos y preciosos anocheceres, recortando las siluetas de los almendros en letargo.

Los ánsares recorren zonas embalsadas y pastos, confundiendo la línea que separa la timidez de los invernantes con las conductas de los residentes semidomesticados.

En los pedregales calizos de las Sierras Subbéticas, la mejorana regenera sus ramas, a veces recibe la frescura de efímeras nevadas.

Si el año ha sido cicatero en precipitaciones, la Laguna Amarga retira sus orillas dejando tarajes desolados, tanto por exceso como por defecto de nivel.

El río Anzur gira en la cárcava de Los Piedros, trazando las amplias avenidas torrenciales.

Cae la última hoja del almanaque, pero el calendario natural es eterno, nos otorga la paciencia para aceptar lo que no podemos o debemos cambiar. La sabiduría será observar, escuchar y entender que no somos importantes.