Las grullas despliegan su elegancia desde los bordes de la laguna de Fuente de Piedra. Sus vuelos en grupo y sus concentraciones en los cultivos representan la danza de los eternos viajes. |
Los candilillos emergen a los pies de los olivos y acebuches, como misteriosos observadores del relente. |
En diciembre el sol de desploma en súbitos y preciosos anocheceres, recortando las siluetas de los almendros en letargo. |
Los ánsares recorren zonas embalsadas y pastos, confundiendo la línea que separa la timidez de los invernantes con las conductas de los residentes semidomesticados. |
En los pedregales calizos de las Sierras Subbéticas, la mejorana regenera sus ramas, a veces recibe la frescura de efímeras nevadas. |
Si el año ha sido cicatero en precipitaciones, la Laguna Amarga retira sus orillas dejando tarajes desolados, tanto por exceso como por defecto de nivel. |
El río Anzur gira en la cárcava de Los Piedros, trazando las amplias avenidas torrenciales. |